Es que, Les Luthiers, han sido una tradición en mi familia desde que yo era muy niño y escuchábamos sus cassetes con toda la familia. Después llegaron las oportunidades de verlos. No mantengo el conteo, pero deben ser una media docena de veces entre Guayaquil, Santiago y Buenos Aires. Nunca me han defraudado.
Y, últimamente, papá tuvo la fantástica idea de comprar DVDs de sus conciertos, y así los vemos a menudo (no solo cuando necesitamos reírnos un poco). Por eso, el vocabulario de los comediantes tiene huellas profundas en las conversaciones familiares. A veces me pregunto de qué hablaríamos si no fuese por Les Luthiers.
Ya es tarde para decirles que vayan a este espectáculo, pero, si no los han visto en vivo nunca (o si ni siquiera saben quiénes son) entonces aprovechen su siguiente gira. Valen la pena.
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