La Odisea de los Tickets para U2

Nunca comprar tickets fue tan complicado. Y para peor, mientras me siento aquí escribiendo estas líneas, sigo esperando que Ripley reconfirme la compra. Esperando desde anoche, a la una y media de la mañana, cuando por fin pude acceder a los esperados tickets.

La verdad, debo quejarme de la organización. DG Medios, la empresa que trae a U2 a Chile, decidió darle la responsabilidad de ventas de entradas a una multitienda: Ripley. En principio, mi única queja era que esta tienda puede tener una enorme gama de productos, pero, precisamente por eso, no se especializa en conciertos. ¿Soportaría su sistema una gran cantidad de visitas y llamados? En un par de horas fue evidente que la respuesta a esa pregunta era una palabra monosílaba que empieza con n y termina en no.

Empezaban a vender las entradas a las once, y quince minutos antes ya estábamos conectados en tres computadoras distintas y dos teléfonos. Sabíamos que entrar al sitio iba a ser complicado… estábamos listos para eso. Pero nunca para la burocracia del sistema en sí. Me explico:

1. Solo se podía comprar con una tarjeta, la tarjeta Ripley. No puedo explicar lo malo que es eso para hacer negocios. Si uno quiere las entradas tiene que pagar con ella o efectivo. No aceptan otra opción de pago. Y no es que sea difícil conseguir la famosa tarjeta Ripley. En un día la tienes lista. Pero, ¿sacar una tarjeta solo para un concierto y comerse después el correo chatarra y las llamadas no solicitadas? Entonces, nuestro primer paso fue conseguirnos una tarjeta Ripley. Y no, ninguno de nosotros sacó una. Y no quiero prometer nada, pero a la multitienda, después de ayer, va a costarles conseguir a alguno de nosotros como cliente.


2. Ok, acepto que solo se pueda pagar con el crédito que ellos te extienden. Esto debería simplificar el proceso de compras, pues no hay que verificar mucho los datos del comprador, ¿verdad? Es decir, ya están anotados en una base de datos. Que equivocado estaba. Vimos que el sistema te pedía una contraseña para ingresar. ¿Contraseña? ¿Alguien sabe de qué puta contraseña me hablan? Nadie sabía. Por fin vimos el botón de “Registrarse”. Había que registrarse en el sitio antes de comprar las entradas. Eso significaba llenar un formulario y crear una contraseña. Cierto, era una sola página. Pero si contamos la de inicio y la que nos pedía el RUT y la contraseña, ya van tres. Tres páginas a cargar en un sistema sobresaturado. Entre esas tres páginas debemos haber estado al menos una hora. Y aún no estábamos registrados.


3. No estábamos registrados porque el sistema te tenía que mandar un email. Ese email tenía un vínculo, y con eso se reconfirmaba la dirección electrónica que ingresaste en el formulario. Es decir, el sistema, que se caía a cada rato, tenía que mandar un email. Me llegó, por fin, después de 10 minutos de espera, pero me llegó con un error en el vínculo. Es decir, iba a una página que no funcionaba. Si sumamos eso a que la mitad del tiempo no cargaba (de nuevo: sistema saturado), llegamos a una ecuación que resulta en un Carlos frustrado y una pérdida de tiempo monumental. Mi hermano se registró de nuevo, por suerte, y a él si le llegó el vínculo correcto. Recién ahí pasamos a la página de compra. Sin contar el email, la quinta página que tenía que cargar.


4. Esta parte fue dolorosa, pero no tan lenta. El sistema de compras era piola, pero no era user friendly. Sobre todo con un sistema que se trababa. Entonces venía el botón de “pagar”


5. Pero no se trataba de pagar… recién ahí te pedía el número de tarjeta Ripley (¿no había llenado ya un formulario?). Otra página que no cargaba nunca. Pero por fin, salió una que decía algo así como “gracias por su compra, espere la reconfirmación”. No decía nada más, y la página no cargaba. Asumí, correctamente, que la reconfirmación sería por correo electrónico o teléfono. Pero aquí me ven…, sigo esperando.

Lo otro que no les dije es que el sitio no era seguro. Así de simple, entre los miles de usuarios tratando de comprar entradas, seguro había un par de hackers robando información. Y todo esto por los precios más caros de esta gira en el mundo. Oyeron bien, nadie en el mundo está cobrando los precios que DG Medios para este concierto. ¿Dónde quedó la justicia?
Me caco en DG Medios y en Ripley. Y sí, dije me caco. Con “c”.