enero 31, 2006

Running In Place

A veces me preguntan sobre mi poeta favorito. La verdad, nunca fui muy fanático de la poesía. No lo puedo explicar, simplemente me cuesta leerla. Sin embargo, hay algunos que sí me han llegado a emocionar (o al menos algunos cuya poesía disfruto). Uno de ellos es Charles Bukowsky, y otro es Borges. Sin embargo, ninguno de ellos viene a mi mente cuando me preguntan sobre mi poeta favorito. Mi respuesta habitual está dentro de las siguientes líneas:

“A mí me gusta un poeta del que probablemente nunca oíste hablar, porque todo lo que escribió lo publicó él mismo, y nunca con una editorial. Por supuesto, su trabajo nunca ha sido traducido. Se llama Dave Weinmann.”

Conocí a Dave en mis tiempos de universitario en Kent, y fuimos compañeros de cuarto por un año y medio. Fue uno de mis mejores amigos, y alguien que me inspiró e impulsó a escribir. De haber escrito esto hace dos semanas, cuando, ordenando mis viejos papeles, encontré un par de volúmenes de su poesía, habría concluido diciendo que perdimos el contacto después de graduarnos. Pero, afortunadamente, y gracias a la magia de Internet, hoy estamos en contacto de nuevo.

Este poema es una buena muestra de su humor y su angustia. Tal vez otro poema lo hubiese expresado mejor, pero mis favoritos son un poco largos. Es de un libro que nunca se publicó, y se llama 24 Quiet Hours… New Poems for a Shameless Beginning, escritos desde 1995 hasta 1999. El título hace referencia directa a nuestro semestre más representativo, cuando, por bulliciosos, la universidad castigó a todo el piso de los dormitorios en que vivíamos. Por respeto, la norma era bajarle el volumen a todas nuestras actividades pasada la media noche. Eran 8 horas de “quiet hours”. Nuestro castigo fueron 24 horas silenciosas, donde cualquier ruido era reportado. Tres reportes por ruido te garantizaban una reunión con el comité judicial.

Running in Place

Surprised to find myself alone at night.
Waiting for a chance at something which equals nothing
To land in front of my face signifying anything
To function as nonfiction.
I lost it… somewhere
We´re wasted and watching heaven.
New serpents, new apples.
No light in the lighthouse,
No green in the greenhouse.
The cold sweat of life has caught up
To I in the tickitty tocketty alarm clock waking.
Dark heavy footprints under dull colored half-closed eyes,
Wrinkled from the dry winter air.
Hacking coughing, lukewarm showering
And I’m praying from the floor up for relief.
Shave the rusty iron from my face to reveal blood
No new skin to protect my baby soul with baby flesh.
I’m not allowing it to hurt me anymore.
I’ll cover you as you go in first.
Test the waters.
I’d go back again if I could find a friend
Who would protect me.
There’s no swords, no shields,
Just eyes, hair, and teeth.
Here,
Where it ends
It hurts more to know.
Here,
Where it begins.
We throw the map out of the window.
Swallow the key.
Take a plane to Costa Rica,
And await god to call with further instructions.
As the girls come with margaritas.

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