
Ayer dejé mi celular en vibrador, y esta mañana olvidé reconectar el timbre. Así, cuando volví de cocinar el almuerzo en casa, me encontré con dos llamadas perdidas de mi amigo Gabriel. Le devolví la llamada después de almuerzo. Juntos, tenemos varios planes de negocios. Podríamos decir que es mi socio. Pensé que me llamaba para alguno de esos proyectos, y en efecto, acordamos vernos el jueves con una chelita (ambos estamos de acuerdo que así trabajamos mejor). Pero lo que él quería decirme en realidad era algo más.
Así, después de hablar brevemente de la tocata de Moby, me preguntó si no me interesaría dar clases. Al parecer, en la universidad en la que trabaja como profesor están necesitando de profesores para materias electivas, sobre todo aquellas que aborden temas culturales. No estoy seguro exactamente a que se refiere, porque nuestra conversación fue corta.
Esto es lo que entendí: tengo la opción de preparar mi propio currículum. Presentarles una idea detallada de lo que me gustaría enseñar y, si a ellos les parece interesante, entretenida y educativa, entonces no tendrían problemas en contratarme.
Podría presentarles una clase que cubra la relación de la comida con la cultura. Pero ¿jóvenes mentes influenciables bajo mi tutela? ¿No existen leyes en contra de esto? O la pregunta más seria, ¿Cuánto durará mi paciencia? Recuerdo claramente mis dos experiencias universitarias. Primero me gradué con un título en Marketing, y era cuidadoso en elegir a que clases asistía con frecuencia y en cuales me aparecía solamente una vez por semana para que el maestro no olvide mi rostro. Mi siguiente experiencia fue mejor. Estudiar cocina me apasiona, y no falté a ninguna de mis clases en los dos años que duró la carrera. De hecho, ni siquiera llegué tarde a ninguna de esas clases, ni siquiera a la clase de desayunos, que empezaba a las 3 de la mañana.
Me preocupa el interés que puedan tener los estudiantes en mi clase. Lo único más aburrido que enseñarle a un grupo de jóvenes que no les interesa lo que dices (los típicos que tomaron la clase porque pensaron que era fácil), es jugar monopolio solo.
Por otro lado, tengo 30 años y hace menos de doce meses yo también era un estudiante. Iba a mis clases con gente diez años menor a mí. Ahora, de repente, ¿ellos van a ser mis alumnos? No se, me siento demasiado joven para ser un profesor. Siempre me vi enseñando. Claro, en esos tiempos era yo quien tenía veinte y creí que terminaría enseñando literatura en alguna escuela tipo Oxford… ¿Qué? ¿Soñar ya no esta permitido?
Y hoy, tanto tiempo sin considerar seriamente la opción de enseñar, mi amigo me plantea la opción. ¿Qué hacer? ¿Qué hacer?
3 comentarios:
Nunca viene mal un poco de plata!! Yo encuentro que deberías hacerlo. Además, no es como en el colegio y los que van será porque les interesa... cada vez se valora más todo eso de la gastronomía.
Qué divertido pq a mí me acaban de ofrecer lo mismo!! Así que a partir de mañana hago clases de castellano y de GUITARRA!!! No sabía si aceptar pero este 18 que se acerca... ufffff... necesita auspicio!!
pd: una de mis alumnas tiene 6 años menos que yo!!
Es lindo ganar plata... Y también es lindo influenciar a la juventud.
¿Qué edad tienes? Creo que en tu perfil leí que tenías 24. Ahí tu eres 6 años menor que yo. ¿Cuánto te podría enseñar? Pues la verdad, si me dejas, muchísimo. Tienes razón. Ya comencé a planificar un currículum de clases.
¿Castellano y guitarra? En la primera me manejo con dificultad. Pero mis facultades musicales dejan mucho (mucho) que desear. ¿Tomaría un alumno que tenga 6 años más que tú?
Veo que eres un fan de Moby
Yo tambien
Saludos
Publicar un comentario